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Burnout, Síndrome de Estocolmo y Ley Karin en Tiempos Electorales

El primer caso que tuve que atender después de recibir mi Master Practitioner en NPL® fue el de una funcionaria pública, que a pesar del tratamiento psiquiátrico y de los medicamentos antidepresivos, no lograba superar las espantosas secuelas del acoso laboral del que había sido víctima por su jefa en la Unidad Administrativa, donde se desempeñaba, en una Municipalidad del sector sur de Santiago.


Escucharla fue una lección que ni el mismísimo Richard Bandler me podría haber dado acerca de todos los recursos sicológicos, que un ser humano despliega para sobrellevar el flagelo del acoso laboral en tiempos electorales. Hace muy poco me llegó el testimonio de alguien que pasa por lo mismo, al punto de que no se pudo negar para posar sonriendo para una foto tomada en su día de descanso.

Recordé que en aquella ocasión primera me prometí que siempre que pudiera, levantaría un muro de contención para que los depredadores sociales públicos no avancen con facilidad.


alusión a los estragos del síndrome de Estocolmo

Huyendo del tigre dientes de sable


Partamos de la base de que el cerebro está hecho para que sobrevivas, más que para que seas feliz o te sientas confortable. Toda su estructura gira en torno a una zona tan pequeña como una nuez seca, el hipotálamo, que se encargará de transformarte en un hombre del pleistoceno ante el menor estímulo que sienta, como si fuera un tigre dientes de sable a la entrada de tu cueva. Es que la civilización, con sus 10.000 años es demasiado jovencita para un cerebro de casi 12.000.000 de años. Ni decir de tus costumbres de habitante de un país con olor a desarrollo de unos 70 añitos, nada más… (el resto fue capitanía pobre, colonia y latifundismo).


Dicho lo anterior, ponte en el lugar de un funcionario público que enfrenta el desafío tan propio de la especie humana, como es el de encontrar identificación entre pares. Pero al que constantemente van a evaluar y a criticar, a expulsar fuera de la cueva, de la tribu, expuesto a las peores bestias de la jungla. ¿Cómo crees que terminará su bienestar psicológico? Lo mínimo, como en las fauces de un smilodon.  


En este contexto antropológico, la promulgación de la Ley Karin podría representar un avance que puede ser nominal, que no significativo, en la percepción de seguridad de un funcionario y en la protección contra el acoso laboral y sexual en el ámbito público y privado. ¿Puede ser una opción en caso de ser necesario invocarla? Sí, pero aunque esta legislación fortalece las medidas de prevención, investigación y sanción del acoso, no es fácil convencer a la pobre amígdala cerebral del funcionario público acosado que el jefe no es una bestia del pleistoceno (porque muchas veces se presenta así)

 

¿Síntomas de estar sintiéndose acosado por el depredador? Variados, variables y urgentes, tantos como el deseo de sobrevivir del hombre de las cavernas que habita a nuestro cazador de mamuts interno. Entre ellos, el Síndrome de Burnout, común entre los funcionarios bajo estrés prolongado, que se caracteriza por el agotamiento emocional, la despersonalización y la baja realización personal.


alguien agobiado por el estrés laboral no es sano


1.    Síndrome de Burnout: La Fatiga del Héroe


Este síndrome puede agravarse durante períodos electorales intensos, dado que son ocasiones en que, por gracia de los encargados de las reparticiones públicas, aumentan los mecanismos de defensa del pobre asalariado, que ve expuesta su salud mental y rendimiento laboral, a las muchas las presiones directas o indirectas que viven ante el temor de perder su trabajo.


Los síntomas incluyen cansancio extremo, cinismo y reducción en la eficacia laboral, afectando tanto el desempeño como la calidad de vida personal: Con tal de mantener la pega, (Es decir, mantener los recursos materiales, sociales, económicos y simbólicos que vayan a saber los dioses cuánto le habrá costado alcanzar), el funcionario sabe que se le vienen exámenes que harán historia en su desempeño.



2.    Estrategias para el Autocuidado


Test de Autodiagnóstico: Síntomas de Burnout. Si trabajas en la administración pública (también sirve para el área privada), responda sí o no a las siguientes afirmaciones:


1.     ¿Siento una constante falta de energía o agotamiento en el trabajo?

2.     ¿He desarrollado actitudes cínicas o negativas hacia mi trabajo?

3.     ¿Siento que mi eficacia laboral ha disminuido?

4.     ¿Experimento dificultades para concentrarme en mis tareas?

5.     ¿He notado cambios significativos en mi apetito o patrones de sueño?

6.     ¿Me siento irritable o frustrado con más frecuencia fuera de horarios laborales al recordar el trabajo?

7.     ¿He descuidado mis responsabilidades personales o sociales por atender temas laborales?

8.     ¿Siento que mi trabajo está afectando negativamente mi salud física o mental?

9.     ¿Me cuesta desconectar del trabajo incluso fuera del horario laboral?

10.  ¿He perdido interés en actividades que solían disfrutar?


Si respondió afirmativamente a más de cinco preguntas, es posible que esté experimentando síntomas de Burnout. Y si además encuentra que es “normal” estar así, o que su jefatura “está en lo correcto” y que independiente de sus propias ideas empieza a “apoyar las ideas del jefe”. Le aviso que puede estar desarrollando, además, un cuadro de Síndrome de Estocolmo.


3. Síndrome de Estocolmo: La Trampa Psicológica del Compromiso


Aunque menos identificado en entornos laborales, el Síndrome de Estocolmo puede surgir en situaciones de alto estrés, donde los individuos desarrollan una afinidad o empatía hacia sus captores o situaciones de tensión prolongada. Puede manifestarse en situaciones laborales donde los empleados se sienten obligados a adaptarse a condiciones abusivas o coercitivas, desarrollando una empatía indebida hacia sus agresores, una especie de sensación de bienestar, seguridad y apoyo a quien ha sido un maltratador.


Los funcionarios públicos pueden experimentar vínculos emocionales complejos con el sistema político y las expectativas externas, lo que puede influir en su bienestar psicológico y decisiones laborales. Detectar si uno es víctima del Síndrome de Estocolmo puede ser crucial para reconocer situaciones de abuso emocional. Aquí están algunos signos comunes que podrían indicar la presencia de esta jaula mental.

diagrama conceptual acerca del Burnout

¿Podrías estar experimentando el Síndrome de Estocolmo? Responde Sí o No:


1.     Empatía hacia el agresor: ¿Sientes comprensión hacia la persona que te está perjudicando emocionalmente en tu ambiente de trabajo? ¿Lo justificas con frases como: está “estresado”, también le “aprietan” desde más arriba, “No siempre es así, lo que pasa es que…”?

2.     Negación del peligro: ¿Ignoras o minimizas los riesgos o el impacto negativo de la situación en la que te encuentras? ¿Te parece “normal en la pega” la situación que vives o que viven algunos compañeros de trabajo?

3.     Agradecimiento hacia el agresor: ¿Sientes una deuda de gratitud hacia la persona que está ejerciendo un abuso de poder o autoridad sobre ti o compañeros? ¿Crees que ocupas ese puesto gracias a algo que no es tu mérito laboral y que es alguien que te “da” trabajo?

4.     Miedo a ser rescatado: ¿Experimentas resistencia o temor ante la idea de ser ayudado por otras personas o ser liberado de la situación abusiva? ¿Sientes aversión por quien tu jefe o superior siente animadversión o quienes califica explícita o implícitamente de enemigos?

5.     Identificación con el agresor: ¿Has adoptado los valores, creencias o comportamientos del agresor como propios? ¿Has pensado en cambiar de partido político o creencias religiosas o estilo de vida que tiene el acosador? Estos signos pueden manifestarse en contextos de relaciones abusivas o de rehenes, pero también pueden ocurrir en situaciones laborales o personales donde existe un desequilibrio de poder significativo.


Así como en el Burnout, en medio de estas realidades, es esencial adoptar prácticas de autocuidado efectivas para mantener la salud mental y emocional. A continuación, cinco tips destinados a protegerte emocionalmente


1.     Establecer Límites Claros: Ten claro que tus horarios laborales están definidos legalmente y tienes pleno derecho a tus tiempos personales para evitar la sobrecarga y el agotamiento y hacer lo que te dé la gana. Es tu vida y no las vas a vivir dos veces.


2. Practicar la Autocompasión: Se amable contigo mismo ante los errores y el estrés. Sí, te puedes equivocar y puedes aprender de ese error. Si el superior responde de manera airada, impetuosa o irreflexiva es él quien tiene un problema de gestión de emociones, no tú. Es él quien no es apto para un cargo de alta demanda.


3. Buscar Apoyo Social: Mantén conexiones significativas con colegas y amigos fuera del entorno laboral. Siempre es bueno saber que en el trabajo tenemos compañeros y ojalá algún amigo. Pero nuestro núcleo afectivo debiera estar resuelto afuera.


4. Fomentar el Bienestar Físico: Prioriza el ejercicio regular, la alimentación saludable y el descanso adecuado. Nuestro cuerpo no es una máquina, nuestra mente no es un computador, nuestro corazón no es el trapero de un superior.


5. Cultivar Intereses Personales: Dedica tiempo a actividades que te traigan satisfacción y relajación fuera del trabajo. Esto es muy importante. Desarrolla en ti la percepción de que tu vida es más grande y amplia de lo que la quiere reducir el captor.

 

Ante esto, es importante buscar apoyo profesional y considerar ajustes en tu estilo de vida y en relaciones laborales para mejorar su bienestar general: Recuerda, como dice el refrán:  Usted trabaja para vivir, no vive para trabajar.


La Ley Karin en Tiempos electorales no es un adorno


Priorizar el bienestar personal no solo mejora la calidad de vida individual, sino que también fortalece la capacidad de servir eficazmente a la comunidad y enfrentar los desafíos electorales con serenidad y esperanza. No en balde se ha promulga la Ley Karin justo ahora, en tiempos electorales para (entre otras metas), prevenir Burnout y Síndrome de Estocolmo, tanto como para sancionar a los tigres dientes de sable que muestran los colmillos en la sonrisa falsa para ser electos o reelectos (que siempre, siempre, siempre puede ser peor para el que lo padece)




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