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EL FUTURO TE ACOMPAÑA

Si entendemos que una campaña de propaganda política es la expresión mediática de un objetivo y una estrategia, obviamente planificada, debemos reconocer que la campaña del rechazo a una nueva Constitución, está en el ADN de la actual. El texto constitucional vigente está pensado para rechazar modificaciones, para sostener en el tiempo un modelo político, económico y comunicacional que permita al capitalismo en su estado más puro y duro, mantener el inédito y ahora tristemente célebre experimento de “los Chicago boys”.


Un poco de historia nunca está de más


Para implantarlo se requirió de la coerción de los derechos fundamentales de una sociedad democrática, a través de la dictadura cívico militar encabezada por Pinochet, que aplicó sobre la sociedad la temible doctrina del Schock, con tal rudeza que nos dejó con un trauma social que ya lleva medio siglo. Tanto en la vida personal, como en el cuerpo social, así de profundo de sanar es un trauma, así de terrible y largo es el proceso de sacarlo a la luz, de convertirlo en palabra sanadora. Lo saben las miles de víctimas de delitos con connotación sexual cometidos por el Estado de Chile, a través de sus funcionarios durante la dictadura. (Descarga al final de esta columna un artículo al respecto)


Las relaciones sanas se sostienen sobre la base de muchas conversaciones incómodas, pero necesarias. Esto vale tanto para relaciones personales como sociales: ¿Cuánto hemos conversado nuestra historia reciente?


Así, debemos admitir que la “campaña del rechazo” partió el mismo día en que a alguien se le ocurrió formular alguna transformación. El rechazo al cambio constitucional ha existido siempre. Con un indesmentible financiamiento soterrado o explícito, efectuado por los grandes millonarios que se vieron beneficiados con el modelo vigente, la campaña del rechazo ha abarcado todos los medios de comunicación, porque como campaña comunicacional quiere atención y, cual si fuera un bien o servicio que está de por medio, quiere tu adhesión; no tu opinión.


La política como comunicación


Por otra parte, la pregunta del devenir de la política, con un mínimo de racionalidad, no es materia privada del estudio académico de las Ciencias Políticas o del análisis del discurso jurídico, sino también desde la perspectiva de la comunicación. La política es un modo de comunicación, entendida esta en su significado más lato, como una de las dimensiones más profundamente de lo humano, donde se intercambian valores simbólicos.


El fetichismo y la violencia normalizados en campañas millonarias donde la verdad ni el protagonista importan. manejadas por profesionales de la comunicación como si se tratara de vender carne.


Dicho esto, al abordar la comunicación política necesariamente se cruzan valores éticos, aspectos biográficos, sesgos cognitivos y, en su estado más profundo, situaciones emocionales, que nos llevan a darle el crédito a Ortega y Gasset cuando indica que tenemos ideas, pero habitamos en las creencias, esa zona más oscura de lo humano. Para ejemplificar el punto, a trazo grueso: podemos definir la democracia, pero una cosa muy distinta es preguntarnos ¿Creemos de verdad en la democracia? Entendida como un sistema que, tarde o temprano, se reduce a que tu voto es igual al mío salvando todo tipo de diferencias: ¿Crees en la democracia como un modo de organización de una sociedad que te da el deber y el derecho de votar?


Estamos en un momento de una densidad histórica indiscutible, donde tenemos la oportunidad invaluable, casi inédita a nivel mundial, de fundar un modelo de sociedad que depende del voto de cada uno. De ahí todo el interés internacional puesto en este proceso, interés del que no dan efectiva y real cuenta los medios tradicionales, para bajarle el perfil a la trascendencia de esta coyuntura, o banalizarla en la anécdota de matinal televisivo que termina por modelar la opinión media.



Una didáctica y juvenil, pero no por ello menos cierta, interpretación de La doctrina del Schock, de Noemí Klein


Estamos a las puertas de contestar por nuestra identidad, de manera libre y responsable como sociedad: ¿Quiénes hemos sido?¿Quiénes somos? ¿Quiénes queremos ser?.


El diálogo: negado, omitido, censurado.

El interlocutor: suprimido, invisibilizado, deformado.

Los canales de comunicación: apropiados.

Los conceptos: apropiados, alienados.

El mensaje: tergiversado.


Así como estos, otros aspectos de la comunicación aparecen como verdaderas estrategias del mal, en el sentido de que al ser manipulados nos llevan a abandonar nuestra razón de ser como seres humanos: pensar, tener juicio crítico propio.


Lo que nos informan y lo que nos ocultan


Los recientes acontecimientos mediáticos nacionales, cobertura a la performance en Valparaíso, la propagación de falsos textos constitucionales y mentiras (digámoslo en español, porque fake suena muy eufemístico), así como el atropello a ciclistas por carros con caballos y la repudiable conducta del diputado de la Carrera, debieran llevar a preguntarte mínimamente:


¿Quieres ser así?

¿Te identifica la violencia, sea simbólica o física?

¿Estás de acuerdo con la mentira como modo de vida?

¿Crees en quienes validan irracionales discursos de odio?

¿Eso te representa?


En teoría de la comunicación hay un viejo principio: “Es imposible no comunicar” (P. Watzlawick). El silencio también es una forma de decir algo por omisión, como se le llamaba antiguamente al pecado de dejar de hacer o decir lo correcto. ¿Quieres ser como los que callan y miran para el lado como si nada estuviera pasando? Ante un acto trascendente como el del 4 de septiembre ¿Dónde está la voz de un ex presidente o de congresistas del ala derecha más extrema que no han salido a condenar lo ocurrido? ¿Dónde está la voz de los "súper ricos" chilenos que han aportado millones de dólares a la campaña del rechazo? ¿Por qué nadie da la cara para decirnos quienes son los misteriosos “encapuchados” que han hecho tan insegura la Macro Zona Sur? ¿O es que la inteligencia de nuestras Policías y Ejército todavía no logran saber quienes son?



Una conversación interesante con los realizadores del Documental Chicago Boys


Quizás estas preguntas, en estricto rigor, no sean materia para el análisis de los contenidos constitucionales que el Derecho Constitucional aborda con propiedad; pero nos las debemos plantear todos quienes viviremos el cómputo final de una elección, que para bien o mal del otro, estará marcada por las creencias en las que habitamos, como si fueran verdaderos territorios imaginarios en pugna unos con otros; imaginarios, pero territorios mentales tan o más reales y más fieros que jaulas carcelarias a punto de derribarse.


Un instante de silencio para despedir el invierno


Por todo lo anterior, es urgente preguntarse por las propias rejas que nos alejan del otro, los lentes con los que vemos la realidad, la mordaza que nos ponemos y la que ponemos ¿Cuánto de la agresión audiovisual está marcando mis decisiones? ¿Tengo conciencia de mi respuesta cotidiana ante una sociedad que me valora más por lo que tengo que por lo que soy? Todo el día, todos los días, por años y por décadas sometidos a infinidad de mensajes para convertirnos en consumidores con poca capacidad de reclamar por lo que nos venden, querámoslo o no terminan por pasar la cuenta: Naturalizamos el consumo como razón de vivir ¿Cuánto de tu endeudamiento obedece a comprar, comprar y comprar cosas para expresar afecto, para sentir seguridad, para sentirte vivo? ¿Cuánta violencia estructural, económica, cultural estamos dispuestos a avalar si seguimos callando?



La polarización que genera la falta de verdad y encuentro en el diálogo.


Antes de despedir el invierno, el cuatro de septiembre tendremos un instante de silencio en el que todos deberemos preguntarnos ante la soledad de la urna eleccionaria ¿Qué haremos para que esa caja sea la tumba de un comunicación violenta que nos ha ido quitando la capacidad de pensar, de dialogar, de fundar la “copia feliz del Edén”?


A la cámara de votación no entras en soledad, el futuro te acompaña, el de tu conciencia y el de los que se verán afectados por tu decisión.


BONUS TRACK:


Recuerda que millones salieron a pedir El derecho de vivir en paz.


Lo que nos ocultan



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Providencia, Región Metropolitana,
Constitución, Región del Maule
Chile

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